El taller de Fuentidueña
La pequeña y a veces ignorada comunidad de Fuentidueña se localiza al norte de la provincia, fronteriza con tierras vallisoletanas. Se trata de un conjunto de pequeñas localidades, vertebradas por el río Duratón, ya muy cerca de Peñafiel, donde desemboca. Las áridas tierras de esta zona de la provincia, se caracterizan por sus tonos blancos y por una alta densidad de tesoros románicos inversamente proporcionales a la bajísima densidad de población que presentan.

Los templos de esta comunidad muestran, además, rasgos claramente defensivos, tanto por su situación geográfica como por sus elementos constructivos, como torres, en ciertos casos almenadas. ¿Me acompañas a visitarlos?
Verás. El románico de estas tierras es quizás uno de los más sorprendentes de la provincia. Para ejemplificar y aterrorizar de alguna manera al hombre medieval, este arte recurrió con frecuencia a la representación de las bestias y de su poder frente a los humanos. Los bestiarios románicos en piedra son muy frecuentes en zonas norteñas y, como es sabido, contienen una doble y consensuada significación, tanto positiva (como en el caso de la representación de aves) como negativa (normalmente basada en ciertos cuadrúpedos o reptiles). Pero además, el románico de Fuentidueña juega con la fantasía, que se convierte en temática recurrente, en particular en la propia villa de Fuentidueña, Sacramenia o Pecharromán (Valtiendas) en las que lo que más sorprende son las decoraciones de capiteles y canecillos, algunos de ellos, aunque minoritarios, con presencia femenina.
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UNA COMUNIDAD ASOMBROSA
La vida parece transcurrir lentamente en esta norteña comunidad de viejas tradiciones y pocos habitantes, que resiste el embate de la despoblación y parece incluso animarse en la época estival, con la llegada de nuevos pobladores eventuales. Sin embargo, la estación fría también le sienta bien a este conjunto de pueblecitos y te permitirá degustar, casi en soledad de sus muchos secretos y bellezas arquitectónicas. También de sus numeroso patrimonio perdido... Te animo a comprobarlo!
🛑 PARADA 1: LA VILLA DE FUENTIDUEÑA

Comenzaremos nuestro recorrido en la villa, la de Fuentidueña, que conserva parte de los lienzos de los que fue su antigua muralla medieval. No dejes de recorrer sus calles intramuros, con sus casas de piedra, sus bodegas excavadas en las rocas y su rico patrimonio, aunque buena parte de él esté en ruinas o incluso fuera vendido en época de la dictadura franquista.
De sus dos templos actuales, Santa María del Arrabal y San Miguel, uno de los ejemplos más sugerentes del románico rural segoviano, nos quedamos con este último. A él llegaremos caminando hasta la parte más elevada de la localidad, paseo que nos recompensará con unas hermosas vistas del valle que el Duratón forma a los pies de la villa.
"Retratos" de mujeres casadas de mediana y avanzada edad y de jóvenes solteras, con su melena al viento, animan los canecillos de San Miguel de Fuentidueña.




Un acertado repertorio de caras de mujer nos hablan de sus edades, su estado civil e incluso las modas en tocados y vestuario.
¿Trabajaba la mujer del románico?

La función primordial de la mujer del románico era la reproductiva, el cuidado de su familia y las tareas de la casa.
En las aldeas, la agricultura y la ganadería ocupaban también su tiempo.
De las pocas "profesiones" conocidas, además del servicio doméstico, escogeríamos la de panadera, que estaba regulada por el propio concejo de la localidad.
La mujer ocupaba su ocio con las llamadas "filanduras", es decir el hilado y el tejido de ropa, que, en ocasiones, podía ser un ingreso extra...
Mujeres que, aunque híbridas, ejemplifican comportamientos muy femeninos
Normalmente reconocemos a los centauros como seres híbridos, por su torso masculino y su parte inferior con rasgos equinos. Se trata de una figura que tuvo su origen temprano cuatro siglos antes de Cristo, un ser sensual y violento de la mitología clásica que recordaremos por la Odisea de Homero. Es bastante infrecuente encontrar su variante femenina, una centáuride, como ocurre en un canecillo de San Miguel de Fuentidueña, donde, además, no hay traza alguna de agresividad ya que, en este caso, muestra en su lado más humano y maternal, amamantando a un niño.

Nujeres provocadoras y provocativas

Las acróbatas, danzarinas o contorsionistas pertenecían a esa clase de mujeres que se consiideraban por definición "malas" o nada recomendables.
Las mujeres malas eran perseguidas por la ley, tal como figura en los fueros locales, y en ocasiones incluso estaba permitido su asesinato, si se entendía que habían ofendido a una mujer "buena".
Por otro lado, la imagen de la mujer en el románico con esta característica significaba una incitación y una provocación explícita al pecado.
El pecado y su castigo
El sexo y el castigo son tema recurrente asociados a la imagen de la mujer, que, como Eva, atrae al varón y anula su voluntad. En San Miguel encontramos muestras de ambos conceptos. El primero, un coito patente, en un canecillo en la parte posterior del templo, donde un hombre con la cabeza cubierta y una mujer soltera, desnuda, copulan abiertamente. El segundo, en un capitel de su interior, donde mujeres y hombres pecadores son transportadas por un gran demonio en una gran caldera atormentados por diablos y serpientes. Es quizás este el capitel más impactante, con un San Miguel, en primer plano, pesando el alma de lo que parece una mujer.



Mujeres tentadoras y malignas
Como en el resto de la provincia, la representación metafórica de la mujer como símbolo de tentación y provocadora al pecado aparece en canecillos y capiteles tanto exteriores como interiores, en forma de arpías o sirenas ave. San Miguel no es una excepción.



La iglesia de San Andrés, en la pequeña localidad de Pecharromán (Valtiendas), muy cerca de Sacramenia, es una pequeña joya desconocida y sorprendente, que aparentemente no llamará tu atención, pero no te confíes.
Allí, sus canecillos y capiteles revelan un mundo fabuloso de criaturas fantásticas y seres monstruosos, tan propio del taller de Fuentidueña.
No dejes de llevar tus prismáticos para admirar este repertorio imaginativo tan peculiar del románico de estas tierras y, sin duda, descubrirás también una impronta femenina muy en consonancia con lo dicho anteriormente.
Aldeanas y villanas

No solo los monstruos pueblan los canecillos de San Andrés. Dos mujeres, una soltera y una casada, se asoman sonrientes desde sus canecillos.

Contorsionistas y otras mujeres de "mal vivir"

Al igual que en la cercana Fuentidueña, las contorsionistas y acróbatas se configuran como una forma de provocación y de invitación al mal, como demuestra claramente la primera fotografía, en la que se muestran varias serpientes, símbolo del pecado, rodeando una figura humana muy distorsionada.

Arpías y mujeres reales dispuestas a tentar...




En el mismo término de Pecharromán (Valtiendas), muy cerca ya de la siguiente parada, Sacramenia, encontraremos, en el mismo borde de la carretera, la ermita de Santa Apolonia, también llamada de Santa María de Cárdaba, antiguo priorato medieval del siglo X dependiente del monasterio de Santa María la Real de Sacramenia, y ahora parte de una empresa bodeguera, del que solo queda la pequeña iglesia.
De los pocos canecillos figurativos, uno de ellos parece representar una fémina con una cabeza desproporcionada que ha sido restaurado para su reconocimiento.


🛑 PARADA 3:
SACRAMENIA



Sacramenia es tierra de importante patrimonio artístico, desde el impresionante monasterio de Santa María la Real (parte del cual fue vendido en 1925) hasta sus iglesias. De los cinco templos de Sacramenia, San Martín, Santa Marina, la ermita de Santa Ana, la cueva de Juan Pan y Agua y las ruinas consolidadas de San Miguel, en lo alto del promontorio que protege la villa, al menos tres son de origen románico.
La presencia femenina es muy escasa, como podrás comprobar en las fotografías siguientes, pero los templos tienen un innegable atractivo, si consigues acceder a su interior, excepción hecha del tercero, las ruinas consolidadas de San Miguel, visita obligada para el curioso del románico y el amante de buenas panorámicas.


🔎 Si te acercas a Sacramenia un miércoles, no dejes de visitar el Coto de San Bernardo donde parte del gran monasterio de Santa María la Real es visitable ese día. ¿Conoces, por cierto, su historia? Si no es así, puedes conocerla aquí.
Las dos últimas paradas corresponden a dos pequeñas poblaciones de la comunidad de Fuentidueña; El Vivar de Fuentidueña (Laguna Contreras) conserva en buen estado su iglesia de origen románico, Santa María Magdalena. Cuevas de Provanco, pueblo ya limítrofe con las provincias de Valladolid y de Burgos, guarda una curiosa iglesia, La invención de la Cruz, con unos notables frescos, un impactante coro y una interesante pila bautismal con ciertos ecos femeninos.
🛑PARADA 4:
VIVAR DE FUENTIDUEÑA
Esta localidad menor, que no supera la treintena de habitantes, es un barrio del cercano Laguna de Contreras.
A mediados del siglo
XIX Madoz se refiere a su templo, Santa María Magdalena como La Exaltación de la
Cruz, una titularidad que encuentra su pareja en el cercano Cuevas de Provanco, en el que la Cruz se configura también en protagonista. De su origen románico, el exterior es lo más remarcable, con su acceso en forma de arco de medio punto flanqueado por los típicos capiteles representando el bien y el mal, los leones y las arpías, respectivamente.


🔎 No dejes de visitar la cercana Laguna de Contreras, con sus ruinas del palacio medieval de los Contreras y su puerta almenada. Puedes también aprovechar para recorrer su atractiva naturaleza acompañando al amable arroyo de la Hoz que discurre en sus inmediaciones.
🛑PARADA 5:
CUEVAS DE PROVANCO
El lugar te sorprenderá, sin duda, y su templo te alegrará la vista. En efecto, la iglesia parroquial de La Invención de la Cruz es sobria, austera, recia y castellana, pero enteramente en piedra, a diferencia de muchos templos rurales que sobreviven con materiales mucho más humildes. Su ubicación, en lo alto del pueblo, hace de ella un mirador de excelencia sobre el valle. Si además tienes la oportunidad de visitar su interior, podrás decir que tu visita no ha sido en vano.
De su original fábrica románica quedan rastros indudables, sobre todo en el ábside, rodeado por una chambrana, en el que un vano, sin apenas decoración, no puede ocultar su historia de siglos, al igual que sus dos impostas o sus sencillos canecillos. No obstante, su interior es lo más impactante.

Abandonamos Cuevas de Provanco con la extraña sensación de haber descubierto un tesoro escondido y con la certeza que su patrimonio, del pueblo y de todos, ha sido revalorizado después de la intervención y ha sido también tratado con mimo. Nuestras raíces, nuestra riqueza común está allí, en Cuevas, y en todos aquellos lugares casi invisibles en los que la iniciativa popular, privada o pública han puesto de su parte para podeamos seguir disfrutando de nuestra historia.
Visitar las tierras de Fuentidueña, con cualquier razón, es una experiencia que no defrauda; la austeridad, el color, la soledad bien entendida hay que disfrutarlas integradas en un tipo de turismo de naturaleza que, además, aporta cultura, arte y gastronomía. No descartes disfrutar de alguna ruta por estas tierras vaciadas.